fbpx

Mural «Orígenes»

Pintura mural para el quinto nivel del Complejo Teocalli de la Universidad del Valle de Puebla.

Dimensiones: 200 x 360 cm.

Técnica: Pintura acrílica sobre tela montada en MDF con bastidor de madera.

Autor: Antonio Álvarez Morán

Introducción

Obra que aborda el tema de la presencia de lo sagrado en el pensamiento prehispánico en su relación con las áreas del conocimiento. Esta temática fue sugerida por el mismo nombre del nuevo edificio de la UVP: Teocalli, literalmente “La casa de Dios”. Su ubicación, en el quinto nivel destinado al área de Rectoría, me llevó a decidir enfocarme en la visión cosmogónica del origen del mundo de las culturas prehispánicas, con sus primeros dioses y sus sistemas educativos.

Descripción de los elementos que integran el mural

El símbolo del TLOQUE NAHUAQUE (1) representa al Ser Supremo creador de los primeros dioses que dan origen y orden a todo. Este principio puede entenderse como Ometéotl, Dios Doble o Dual creador de la primera pareja de humanos representado en sus contrapartes femenina y masculina por Omecihuatl (2) y Ometecuhtli (3) respectivamente, que se expresa en los opuestos/complementarios: mujer y hombre, luna (4) y sol (5), noche (6) y día (7), frío y calor, etc. Sus principales cualidades son Conciencia, Voluntad y Capacidad Creadora.

Quetzalcóatl (8), la “Serpiente Emplumada”, es el Dios del Viento. Hijo del Ser Supremo, simboliza la vida, la luz, la sabiduría y el conocimiento. Bajo su cabeza se advierten las pisadas (9) que conducen al éxito, representado con un símbolo solar (10). Opuesto a este encontramos a su hermano gemelo y rival: Tezcatlipoca (11), el “Espejo Negro Humeante”, Dios de la providencia asociado a la oscuridad. Juntos enfrentaron a Cipactli (12), voraz monstruo acuático y símbolo del comienzo del mundo que, al ser destruido por ellos, Tezcatlipoca le arroja uno de sus pies (13) como carnada para atraerlo y junto con Quetzalcóatl acaban con él, da origen a la tierra, por eso se le ha representado como un saurio transformándose en árbol (14) sobre el que posa un quetzal (15), ave sagrada muy estimada desde la antigüedad.

Fray Toribio de Benavente (16), mejor conocido como Motolinia, llegó a nuestro continente con los doce primeros franciscanos. Pionero de la docencia y la etnografía, sus escritos contribuyeron al estudio y comprensión del pasado indígena. Importante fue su participación en la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles en 1531, de la que también fue provincial.

La “Historia general de las cosas de la Nueva España”, conocida también como Códice Florentino, escrito, traducido, editado y supervisado por el también religioso franciscano español fray Bernardino de Sahagún (17), es un documento enciclopédico que proporciona, entre otras muchas cosas,  copiosa información sobre la educación de los antiguos mexicanos en los Telpochcalli (18) (Casas de jóvenes) y de los Calmecac (19) (Escuelas sacerdotales) en donde podemos encontrar imágenes representando la transmisión de conocimientos en la enseñanza. Fundamental fue aquí, sin duda, el papel que jugaron los Tlacuilos (20), pintores prehispánicos que comenzaron a adaptar la iconografía cristiana (21) a sus formas de expresión creando un nuevo lenguaje sincrético.

La presencia de los volcanes Iztaccíhuatl (22) y Popocatépetl (23), asociados también al principio de dualidad, rodeados de nubes (24) como símbolo de fertilidad es fundamental en nuestro horizonte, así como lo es San Miguel Arcángel (25), Santo Patrono de la ciudad de Puebla.

La pantera (26) es un jaguar negro. Su simbología en la mitología mesoamericana es muy amplia, vinculándosele con la creación del sol. Conocida como Océlotl, animal nocturno que se asocia con Tezcatlipoca y representa la valentía, la noche, la oscuridad y lo más íntimo y misterioso del ser.

La presencia de una estudiante contemporánea (27) nos sitúa en el presente. Maneja las nuevas tecnologías, pero no olvida la importancia del papel y el lápiz, así como la sabiduría contenida en los libros impresos. Nos muestra su poderío con el puño levantado.

La importancia del trabajo en equipo está representado en la pareja que entrelaza sus brazos levantando una vasija de donde nace una planta (28).

Por último, un pequeño atlante (29)], portador de un caracol (30) símbolo de la fecundidad, pareciera sostener todo lo representado en este mural, recordándonos que “¡El que quiere, puede!”.