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Santo Niño Turista

La efigie del Santo Niño Turista es una escultura de 40 centímetros de altura elaborada bajo la técnica tradicional de la Talavera. Modelada en 2018, consta del cuerpo completo del niño vestido con camiseta, pantalón corto, zapatos tenis y visera, sentado en una silla del mismo material y rodeado de elementos afines a su condición: cámara fotográfica, un pequeño avión, botella de agua, mapa, morral y brújula.

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Santo Niño Turista

En el año 2001 me encontraba de visita en la sierra norte de Puebla, en el pueblo de Cuetzalan. El motivo de mi viaje era asistir a la fiesta de San Miguel en el vecino pueblito de Tzinacapan, comunidad indígena reciamente arraigada a sus tradiciones culturales. La celebración fue espectacular, un derroche de música y danza en un ambiente de sincera amistad. Al regresar a Cuetzalan, el recorrido por el pueblo fue obligatorio. Frecuentemente invadido por la neblina, con un clima tropical y a menudo lluvioso, caminar por sus calles se convierte en una experiencia mágica. Entre los varios lugares que han llamado mi atención durante mis visitas está una bien surtida jarciería, ubicada en una de las calles donde los domingos se instala un maravilloso tianguis. Entré a este lugar, cansado y buscando la sombra. Al recargarme en el viejo mostrador un curioso altar llamó mi atención inmediatamente. Cual no sería mi sorpresa, entonces, al descubrir que el centro de este adoratorio casero lo ocupaba la curiosa escultura de un santo niño, pues su atuendo no correspondía a ninguno de los que usualmente portan estas figuras. Este niño dios vestía de forma completamente casual, a la manera de los turistas que merodean los centros vacacionales: shorts con camiseta impresa, guaraches y cachucha. No pude resistir la curiosidad y pregunté a la señora que se encontraba del otro lado del mostrador acerca de el origen de tan singular indumentaria. Ella me explicó que su hija era quien se encargaba de vestir al niño, y lo hacia “según la temporada”. Pedí permiso de sacar una fotografía y me retiré del lugar, fascinado por el encuentro. Sin duda había visto por primera vez al Santo Niño Turista.

Tiempo después, ya de regreso en mi taller decidí realizar un dibujo inspirado en este encuentro, basándome principalmente en la foto ya mencionada. Posteriormente pinté un cuadro y algunos meses después ejecuté otra versión de esta imagen, en un grabado titulado “El turistita”.

A finales del 2002 emprendí un nuevo viaje a la sierra, llevando una copia enmarcada de mi grabado como regalo para mis amigos de Tzinacapan. Don Mariano Heredia, músico del lugar, me recibió amablemente. Después de saludarnos le presenté la imagen, explicándole mi intención de obsequiársela, ante lo cual él llamó a su esposa, quien vino a nuestro encuentro portando un incensario con el que sahumamos ceremonialmente la imagen, siguiendo sus instrucciones, antes de depositarla en su altar casero. Quedé impresionado por el respeto y seriedad con que acogieron mi Santo Niño Turista, algo que nunca hubiera imaginado, y sobre todo que ocuparía un lugar tan importante en su universo sagrado.

Días antes de la fiesta de la Candelaria de 2008 decidí vestir, de Santo Niño Turista a una pequeña escultura heredada de mi familia, y encaminarme con ella, de vuelta a Cuetzalan para presentarla a la joven de la jarciería, generadora de esta aventura. Este se convirtió en el primer viaje de mi querido personaje.

A partir de entonces he decidido hacerme acompañar del Santo Niño Turista a cuanto paseo hago, retratándolo en los lugares visitados y recolectando recuerdos de viaje. Iglesias, ferias populares, fiestas tradicionales, sitios históricos, museos y puntos turísticos han sido explorados de esta manera. Compañero de viaje incansable, el Santo Niño Turista ejemplifica como puede una imagen, surgida de la cultura popular, acercarse al mundo del arte, para, posteriormente, incorporarse nuevamente a esta, en otras palabras: viajar del mundo sagrado al profano de ida y vuelta.

Antonio Álvarez Morán

Plegaria al Santo Niño Turista

¡Oh Santo Niño Turista!

Hoy vengo hasta este lugar,

Buscando que tu me ayudes,

A estas tierras explorar…

No sé, en mi desaliento,

Dónde encontrar un hotel,

O un alma caritativa,

Que algo me dé de comer.

Que dirijan bien mi ruta,

Pues no me quiero perder,

Que no cierren el museo,

Ni los cafés internet.

Que en la calle no me roben,

Ni el boleto pierda yo,

Que aunque me vea yo tan raro,

Se apiade de mi el peatón.

Me atrevo, ya muy cansado,

Pedirte de corazón,

Ilumines mi camino,

De regreso a mi cantón.

¡Adiós niñito Turista!

Serás siempre mi querer,

Y pido que un nuevo viaje,

Me permitas emprender.

© Antonio Álvarez Morán