No te lo tienes que imaginar, aquí está:
¡LO INIMAGINABLE!
– ¡Viva María Sabina! ¡Viva Manolete! Gritó alguien estentóreamente en la galería. Aclamaciones que en el acto fueron contestadas con estas otras:
¡Viva el Greco! ¡Viva Velázquez y sus borrachos! ¡Viva la sagrada familia!
Y como si esto solo hubiera sido la señal que en este recinto larga y pacientemente esperaban, todo el público comenzó entonces a gritar entusiásticamente:
¡Arriba el Niño Fidencio Constantino! ¡Viva Lyn May y su jardín secreto! ¡Viva la carta que escribió Topo Gigio a la tía Mari!,
así como a invadir el espacio en medio de las mayores muestras de regocijo, aturdidos por el escándalo de los Sex Pistols y empujados por la muchedumbre que se agolpaba y se arremolinaba, dando patentes muestras de devoradora curiosidad.
Viendo esto Sister Jagger se despojó de su corona y, dejando mudos al resto de los Rolling Stones, tomó el micrófono procediendo a relatar la historia del viejo chirimitero, que parecía observarlo desde uno de los cuadros:
– “Don Crescenciano se ganaba la vida tocando la chirimía, en compañía de otros dos músicos, en la iglesia de Tonantzintla los fines de semana y ofreciendo su servicio de bolero entre semana, lustrando zapatos en el atrio de Santo Domingo en la ciudad de Puebla. Lamentablemente uno de esos días fue atropellado por un automóvil, accidente del que logró recuperarse parcialmente, pudiendo continuar con su labor musical. Tiempo después, durante la fiesta patronal de su pueblo, San Antonio Cacalotepec, sufrió un nuevo percance, al tropezar y caer al dirigirse a la casa donde vivía con unos parientes. De esta ya no pudo levantarse, falleciendo a los pocos días. Al enterase de esto Antonio Álvarez Morán acudió a visitar a sus familiares, quienes al saber de la amistad que unía al músico y al pintor, decidieron obsequiarle su instrumento musical: la chirimía que ahora puede observarse adherida a su retrato en esta exposición virtual”.
Al escucharse esto dentro de la galería cesaron las ovaciones, dando paso a un silencio sepulcral en el que solo se distinguían, desde el más allá, las tenues notas de la chirimía de don Crescenciano y el piadoso rebotar de un balón de futbol en el Estadio Azteca, contemplado por 100 mil jóvenes.
Rocío Dúrcal.
Así se vivió la exposición en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria de la BUAP
Del 19 de Marzo al 27 de Abril del 2025

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